domingo, 9 de junio de 2013

Lo nuevo y lo nuevo

En ésta semana leí una de esas frases que impactan de cierta manera nuestros pensamientos diarios, era algo similar a: "no pases la vida acumulando y haciendo cosas para disfrutar de la vida en cierto momento y de cierta forma, disfruta la vida ahora con lo que tienes y persigue tus objetivos sin pensar en el gol, sino en el proceso"... bueno algo similar a eso.

Que tan cierto es que muchas personas esperamos, guardamos dinero, esperamos que sea el momento perfecto para hacer algo, pero mientras esperamos ese momento perfecto, la vida pasa y pasa y no hay forma de detenerla, qué poderoso se vuelve el diario vivir si pensáramos que cada día es el último, es difícil recordar eso en nuestras tareas diarias, pero mientras más lo recordemos, más podremos disfrutar de esos momentos.

En la vida llegan nuevas experiencias día a día, nuevas personas que posiblemente no veremos nuevamente o que por el contrario pasarán a ser parte del círculo que creamos a nuestro alrededor, ya veremos.  Las experiencias siempre surgirán y quiero disfrutar cada una como si la última fuera.

En este no escribiré más por 2 razones, el cerebro no quiere trabajar y quiero compartir un extracto de algo que he escrito a ratos cuando el cerebro sí quiere trabajar, ahí les dejo a ver que tal, no me considero profesional, ni si quiera aficionado, simplemente me gusta la historia, una forma de compartir mi historia y la de otros:

PARBATEANDO: LA HISTORIA DE YAGURA

Libro 1 Título 4: MENSAJE ANTIGUO

No era la primera vez que Yagura había visto aquellas inscripciones, su mente repasó cientos de páginas de libros en un instante buscando relaciones y significados, tanto era su estado de concentración que solo hasta que Rema le golpeó la cabeza fue que el alma volvió a su cuerpo. Ahí estaba él, sentado en su sala, con una alfombra de piel falsa de oso, con los libros amontonados pero de una forma que parecían estar ordenados para que el más desordenado los encontraba, con el sol entrando sigilosamente por la ventana e iluminando las gotas de lluvia que se suicidaban por los tejados; ahí estaba ella en su reclamo por haber dejado sonar tanto la tetera, sin saber que las cosas iban a cambiar de una manera inesperada, sin saber que la fantasía que habían vivido por los últimos 10 años sólo fue eso, una fantasía, porque después de las muertes de sus padres, él había recibido un aviso de aquella carta.
Fue 3 meses después de la muerte de los padres, cuando en sus diarias visitas al bar de Toors, Rativa y Yagura salían a medio andar apoyándose uno del otro para no caerse y no dejar caer la botella de Caque que llevaban cada uno en su mano.  Rativa vivía un tanto más cerca del bar que Yagura, pero eso no le impedía ir a acompañar a su amigo hasta su casa, simplemente para saber que él se encontraría bien, sin embargo, aquella noche, Rativa no lograba dar un paso más y se quedó en su casa, sin acompañar a Yagura a la suya, se despidieron y Yagura caminó hasta su casa.  Era una noche de luna nueva por lo que el cielo se prestaba para ver las estrellas que parecían hablarle de una forma a Yagura, eran como pequeños diamantes suspendidos en el cielo, aunque Yagura sabía que eran una ilusión, había leído en textos antiguos sobre como las estrellas están a distancias largas y como su luz nos llega muchos años después, con ayuda de estos libros se había fabricado su propio telescopio para poder observar objetos celestes, practicar la astronomía que había aprendido y hacer cálculos, así fue como se dio cuenta de la llegada de Cromifo, pero a su debido tiempo explicaremos sobre este objeto celeste, predecesor de eventos importantes.  Iba bebiendo de su botella de Caque tranquilamente, sin preocupaciones, PrakTo era un pueblo bastante tranquilo y el respeto que los pocos méndigos tenían por Yagura era tal, que en ocasiones lo acompañaban de noche solo para escuchar sus historias de grandes leones, explosiones de estrellas, poderes mágicos o viajes inimaginables, pero aquella noche no fue uno de los méndigos el que lo acompañó.  Como si fuera un águila tomando a su presa, así fue tomado por un encapuchado montado sobre un caballo de aspecto extraño y con una armadura que parecía brillar aún con el pequeño brillo de las estrellas.  Debido al movimiento incesante del caballo, Yagura no duró en vomitar parte del Caque que tenía y de las costillas que horas antes había comido para poder seguir con la siguiente ronda de Caque.  

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